Zoila: Siempre pide lo mismo, es como un perfecto ritual, a
la misma hora, el mismo lugar.
Sarraztegui: Y vos pareces el perfecto acosador, déjate de
joder Zoila.
Zoila: Estoy hablando en serio chamigo, además tampoco estoy
ahí mirando como un zanguango, sucede que mi mesa está en dirección donde ella
elige sentarse siempre.
Sarraztegui: Claro, claro… ¿y cómo se llama? Me imagino ya
entablaste algo.
Zoila: ¡No viejo, que decís! Si solo apareció en el bar hace
unas semanas, tampoco me puedo abalanzar y ponerle la luz en la cara que me
cuente toda su vida.
Sarraztegui: Siempre tan dramático, ¡tampoco la pavada!
Fácilmente podrías pasar por al lado y pedirle fuego, tipo distraído, como
James Bond, un ganador.
Zoila: El fuego en todo caso se lo debo dar yo, no al revés,
y eso de James Bond ya no funciona más viejo, mira si voy a estar en la barra
trajeado de blanco peinado reluciente con gomina hacia atrás, pidiendo un Martini
agitado pero no revuelto acercándome a su mesa con una voz grave diciendo: “Hola
nena, está ocupado este asiento?
Sarraztegui: Vos sos un tipo sin imaginación ¡Le pedís el
diario entonces! La sección deportiva, nunca miran la sección deportiva.
Zoila: ¡Claro! ¡Y después le pego un palazo en la cabeza y
la llevo a mi cueva a las rastras! Sos un primitivo Sarraztegui, las minas de
ahora saben más de deportes que vos y yo.
Sarraztegui: ¡Que van a saber! Quien sabe la formación
completa del 77 del Deportivo Canillita, a ver, decime, ¿Quién? Además si soy
un primitivo como decís pedile consejos a otro, no me vengas más con tus
cuentos.
Zoila: Pero no te me pongas sensible, te estoy cargando y no
te estoy pidiéndote consejos, te estoy con-tan-do….es distinto, además me conoces bien, sabes que no soy de
encarar así no más, te comento porque parece algo especial, apareció de la nada
y se lleva toda mi atención.
Sarraztegui: Esto me suena familiar, como esa del parque ¿te
acordas? Te hiciste la cabeza porque se sentaba al lado tuyo en el mismo banco.
Zoila: Y como no me voy a hacer la cabeza, fue así como
decís, cada Viernes que lo sacaba a pasear al perro terminaba sentada al lado
mío, algo entre manos tenía esa chica.
Sarraztegui: Zoila, esa placita tiene dos bancos, ¡dos
bancos en toda la plaza! Estadísticamente es claro que en algún momento puede terminar
sentada al lado tuyo y eso no significa que es la chica que corre en cámara
lenta a tu encuentro en alguna playa o que es tu alma gemela o algo parecido.
Zoila: ¡Vos sos un tipo jodido eh! Claro me olvide que estoy
hablando con Roberto Galán, el dandy del barrio norte, el Gatica del amor.
Sarraztegui: Déjame de joder
con ese Roberto Galán, no le daba vergüenza, hacerse el lindo con esos bigotitos, haciendo
payasadas hombre grande ya.
Zoila: Vos hablas así porque nunca estuviste rodeados de minones como Roberto,
que tenía su propio programa de radio y tv, admirado, reconocido, querible, el
tipo manejaba el asunto.
Sarraztegui: ¡Eso estaba todo armado Zoila! Si el tipo no
podía ni hablar que se le movía todo el comedor, lo que es la televisión chamigo,
ni una arruga se le veía, y eso que de edad no estábamos lejos.
Zoila: Puede ser, pero así con el comedor flojo y todo el
tipo era un winner.
Sarraztegui: ¿Un qué?
Zoila: Un winner Zoila, un “ganador”.
Sarraztegui: ¿Y de cuando hablas así vos? Pareces esos pibes
que se olvidan parece estamos en Argentina, no sé si hablan en inglés o en
chino, ahora parece que hay que andar con un diccionario inglés- español por la
calle, “no parking”, “no smoking”, “stop”, “exit”.
Zoila: Hay que adaptarse a los nuevos aires mi amigo, no
podes quedarte estancado en el tiempo.
Sarraztegui: Estancado se me hace estas vos, si a mí me
gusta una mina ¡voy y se lo digo papá! No estoy sentado de brazos cruzados
especulando si el universo me tira un guiño o no.
Zoila: Tampoco es tan fácil, mira si la mina está
comprometida.
Sarraztegui: ¿Viste algún anillo?, como se viste a ver,
¿muestra o no muestra?
Zoila: Eso de sacarle la ficha por cómo se viste es del
siglo pasado viejo, además hoy por hoy las mujeres si tienen que mostrar sus
cualidades lo hacen, ¿Cuál es el problema?
Sarraztegui: Ninguno para nada, ¡vamos todavía con el
resurgimiento del poder femenino!
Zoila: Con vos no se
puede hablar en serio, sos un desastre.
Sarraztegui: Ok, sigamos, entonces no hay anillo y digamos
que se viste como normalmente las mujeres de hoy se visten ¿está bien así?
Zoila: Te escucho.
Sarraztegui: Bien, entonces aparece siempre el mismo día,
ordena lo mismo, en la misma mesa… ¿y
qué hace mientras? Lee algo, mira la ventana, dame más datos.
Zoila: No suele leer nada, toma su café con una precisión
matemática mientras fuma un cigarrillo, el cual lo acaba al mismo tiempo que su
café, pide la cuenta y se retira.
Sarraztegui: ¡Uh!
Zoila. ¿Qué?, ¿Qué pasa?
Sarraztegui: Es de las peores…
Zoila: ¿Qué cosa?
Sarraztegui: Ese tipo de minas, frías, calculadoras,
seguramente debe tener algún cargo ejecutivo, de esas que no pierden el tiempo,
de las que no sonríen nunca y su guardarropas se define en tres colores:
blanco, negro y gris, no hay diferencia entre el llanto y llegar al orgasmo, en
su malabar tiene todas las pelotitas en el aire haciendo un equilibrio
perfecto, pero “ay” si se le cae una…prepárate para la hecatombe
Zoila: Se me hace que estas exagerando un poco, desde cuando
podes suponer todo eso, ¿sos tony kamo ahora?
Sarraztegui: Dale, si, reíte no más, después no me vengas
llorando cuando la maniática te vuelva loco.
Zoila: ¡Ah! Ahora es una maniática.
Sarraztegui: Definitivamente lo es y seguro ya te fichó,
sabe dónde vivís, todo, esas minas son así no hay cabos sueltos, yo que vos
cambio de bar, te haces el boludo un par de meses y…
Zoila: ¡Para un poco, se me hace que te estas yendo de
mambo! No es una maniática sin corazón y seguro que no sabe dónde vivo ¡porque
ni siquiera me registra!
Sarraztegui: Bueno, bueno, quizás no sea tan maniática,
¡pero una rompecorazones seguro!
Zoila: En eso último quizás pueda coincidir, porque desde
que la vi no dejo de pensar en ella, las
mañanas en el bar son distintas, hasta mi café con leche sabe distinto, sin
hablarnos hay como un código etéreo, una sintonía mental que nos une, ambos
disfrutamos de ese momento nuestro y en silencio, hundidos en nuestros
pensamientos, navegamos entre oleadas de historias inconclusas y damos una
larga pitada de cigarrillo cuando recordamos quizás un viejo amor.
Quizás por eso me
hace sentir especial, al ser atraído me recuerda que aún estoy vivo…
Sarraztegui: Buena, ¡Winner!