viernes, 25 de julio de 2014

De Patios.-



El aljibe de patio nunca se sintió tan acompañado, tan atorado de momentos a su alrededor, volviéndose de a poco, cómplice de risas en eco y sombras triviales.
El pastito pareciera de lo más verdes que existen, de esos amistosos,de los que te invitan a tirarte y dar vueltas sin parar.
En esos atardeceres el aire parecía más aire, los rayos de sol se esparcen por los huecos de las ramas llegando a tierra al fin, dejando a su paso cientos de estelas de rayos inertes a la vista, un espectáculo quizás digno de poca atención, pero de los que se sienten, simplemente mágicos.
Los senderos no tardaron en aparecer, secuelas de historias sin terminar que soportaron los vaivenes del tiempo. Caminitos de aventuras y rodillas lastimadas, caminos en los que nos reímos del absurdo y de la autoridad, como desafiantes por naturaleza surcamos las barreras.
Las hojas son otro espectáculo aparte, hay que elaborar el sentido que nos permite apreciarlas en su hábitat, para poder discernir el tramado de sus dibujos en el suelo, visualizar si las formas dejan algo a la imaginación, mientras saltan entre las hojas, listos para jugar.





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